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martes, 18 de noviembre de 2014

"Veo danza en casi todo"


Imagen del espectáculo Avalanche


Dani Pannullo es uno de los coreógrafos y director de escena más originales con los que cuenta la danza contemporánea en España. 

 

 

Combina distintas disciplinas de la danza con una modalidad de deporte urbano: el football free style


 




Julià Pérez // Valencia



Dani Pannullo nació en la Patagonia argentina, aterrizó en España hace más de veinte años. A Dani le fascina la danza. Es un ávido espectador y transponedor de los movimientos urbanos contemporáneos que después empasta como nadie encima del escenario con los bailarines de su compañía, Dani Pannulo Dancetheatre Co., que creó en 1998.

Su inspiración siempre ha sido la cultura, el baile urbano, al que él incorpora otros lenguajes de la danza, que además de los ortodoxos, por ejemplo, coquetea con el butoh japonés, el derviche egipcio o el flamenco, entre muchos otros.


En su último espectáculo Avalanche crea una plasticidad y una poética con el football free style o danza acrobática con el balón. Como expresa Pannullo, este impactante y delicioso espectáculo, es un conjunto de discursos donde todos ellos se entreveran para rendir un homenaje a lo que más le gusta del mundo: el movimiento, el baile, la danza... para huir del tiempo.

Hemos hablado con él y seguiríamos haciéndolo, porque es una fuente inagotable de creatividad y sabiduría urbana.




Lo que más llama la atención es la incursión del football free style en el discurso poético y estético de la danza, ¿cómo empastas ambas disciplinas?
El footballfree style es una modalidad de deporte urbano en el que encontré un lenguaje plástico. Siempre que haya un movimiento que me guste, no me interesa tanto de dónde provenga, lo importante es que éste pueda dialogar en el escenario con el resto de los movimientos de mis bailarines y el tipo de danza que practicamos. Encuentro belleza, a veces,  en cosas que usualmente la gente no encuentra. Pero yo veo danza en casi todo.
La mayoría de la gente que conoce mi trabajo, saben que la compañía se fundamenta, entre otros, en la base del break-dance o en el movimiento hip-hop. A partir de ahí, nosotros hemos incluido, por supuesto, elementos de la danza contemporánea, de la danza clásica; elementos de la danza japonesa, como el butoh; o de nuestros viajes, por ejemplo, a la India, hemos hecho cosas del Kalaripayattu.
Para mí, la tradición y la modernidad tienen que dialogar en el escenario. Y el resultado puede ser terriblemente moderno, como decía Rimbaud, pero también hay que respetar las tradiciones. Estos son los ingredientes fundamentales para mis espectáculos.


Avalanche nos habla, sobre todo, del paso del tiempo
La danza, para que perdure, uno tiene que estar despierto a los lenguajes nuevos que surgen en las grandes metrópolis. Madrid, hoy en día, es una de ellas. Puedes encontrarte con gente de todo el mundo... El paso del tiempo no tiene mucho que ver con la edad, pero sí con el lenguaje en sí mismo. Hay que estar atento a los movimientos nuevos para poder expresarlos en la escena.

Parece que el espectáculo es el fruto de un concienzudo trabajo previo de investigación sobre cómo y por qué se mueve la gente... ¿Cómo fue esa tarea investigadora? Y ya que estamos, ¿cómo y por qué se mueve la gente, Dani?
Desde siempre, me he sentido atraído, no solo por las diferentes escuelas de danza, sino también, por ejemplo, por el trabajo de un genio como Jacques Tati, que hizo películas sin diálogo inspiradas en los movimientos de la calle, en los movimientos cotidianos de la gente. Todo esto sirve para alimentar el lenguaje que queremos desarrollar sin llegar a trasladar literalmente esos movimientos cotidianos. Por eso, siempre digo que cualquier persona puede bailar y sobre todo, en este siglo.
Para mí, el baile en este sentido, tiene que ver muy poco con la parte académica, pero sí con lo que realmente la gente quiera decir, quiera expresar. Lo que vaticinamos es un teatro más físico y menos textual. El teatro del futuro será un teatro más físico que hablado.

¿Qué otro tipo de fuentes o géneros coreográficos te han resultado útiles para construir Avalanche?
Hemos incorporado, como he dicho, una disciplina india, el Kalatipayattu, que es como la madre de todas las artes marciales, que surgió en Kerala (sur del país) y luego viajó por Asia, hasta China, dónde nació, por ejemplo el kung-fu o el shaolin. Si alguna vez, por ejemplo, incluyera la capoeira, me iría a la raíz, que es África. Muchas veces, tengo un interés antropológico por la danza.

Las críticas del espectáculo son muy positivas, ¿qué te parece?
Las críticas buenas se agradecen, pero no me constriñen. Lo que sí me interesa, más que el aplauso, es de qué forma el público transforma nuestras ideas en su propia vida. Cuando se apaga la luz en el teatro, el espectáculo ya no te pertenece más, es del público; y este, puede hacer lo que quiera con él.

¿Qué se va a encontrar el público en tu nuevo espectáculo?
Avalanche es como una avalancha de números en movimiento donde los bailarines, a pesar de su juventud, expresan sentimientos que van desde la niñez hasta la vejez. Hay momentos también muy enérgicos. Es un discurso bastante animal de las cosas que quiero decir. Sin olvidar que hay un recorrido musical súper interesante, que va desde el freejazz hasta la música clásica. Me gusta que los espectáculos estén llenos de pequeños momentos importantes, donde la gente, a pesar de que tal vez no le guste tanto lo que está viendo, le guste mucho lo que está escuchando. Hay también una muy buena puesta en escena de luces...
Avalanche es un espectáculo desde el que intento transformar por un tiempo la vida de la gente, huir del mundo, que es lo que todos queremos. Como cuando te sientas a ver una buena película para olvidarte un poco de dónde vienes y hacia dónde vas... En definitiva, parar un momento y sentir.




¿Por qué este montaje es solo masculino?
En este espectáculo y en el anterior, me he centrado más en trabajar con la energía masculina. Entre otras razones, me resulta muy interesante porque tiene muchos más matices que lo que la gente piensa. En el nuevo montaje ya vuelvo a trabajar con chicas.

¿Por qué este tratamiento tan exquisito de la música en el espectáculo (y en el resto de tus montajes)?
Responde a mi propia personalidad, a lo que escuché de pequeño... Como le indiqué el otro día a un periodista, me atrae en estos momentos viajar hacia el altiplano, tocar músicas de las cordilleras de Bolivia, de Perú, de Chile..., me atraen muchas cosas. En mi vida actual, estoy atraído por todo lo que es Oriente. Es bastante difícil decir por qué. El mundo está lleno de músicas y lo que tenemos que hacer es ir al encuentro de ellas. 

¿Qué es para ti la danza contemporánea?
Por ejemplo, mi propio trabajo debería considerarse danza contemporánea y no, bajo el cliché danza urbana contemporánea. Sobre la danza contemporánea no puedo decir que sea un lenguaje que esté acabado. Hay tantos maestros y tantos genios que hoy en día si no los rescatamos, permanecen en el olvido. Pero bueno, lo contemporáneo debe ser lo que pasa hoy, lo que está haciendo la gente. Es lo que nosotros estamos haciendo. Por supuesto, hay que respetar las escuelas y todas las personas que han fundamentado todo este gran movimiento alrededor del mundo, con sus técnicas, con sus nombres, con sus compañías...
Por ejemplo, en estos momentos estoy poniendo en marcha una residencia de creación en la Compañía Nacional de Danza. Para mí es un dar un paso súper importante porque esto significa que la dirección y las grandes estrellas de la danza también se dan cuenta de que personas como yo colaboramos con un pequeño granito para que todo este mundo pueda crecer mucho más, así como para entender nuevos lenguajes. 

¿Cómo está la danza en nuestro país?
La mayoría de los coreógrafos que me gustan no son españoles. También, me gusta y respeto muchísimo el trabajo de la Compañía Nacional de Danza. Tiene un repertorio muy interesante. Pero siempre suelo mirar hacia fuera; ya lo hacía desde pequeño cuando vivía en Buenos Aires. Mi danza favorita, en estos momentos, está en Francia y en Inglaterra.
La situación de la cultura en España es un desastre. Esperemos que cambie muy pronto. Compañías pequeñas como la nuestra vivimos en situación de ahogo, es como muy difícil sobrevivir. Pero bueno, no me quiero quedar dormido en este sueño, en esta especie de pesadilla extraña. Hay que seguir trabajando y creando. Los artistas no podemos parar y detenernos en la depresión, pero sí reflexionar y seguir trabajando en lo positivo, porque al final es lo único que nos puede salvar.

¿Por qué fundaste la compañía? ¿Ya has hecho balance? ¿Has cumplido objetivos? ¿Qué le queda por hacer a Dani Pannullo dancetheatre Co.?
Yo venía de trabajar en un grupo que se llamaba Productos Lola, y luego monté uno, donde trabajó gente como David Delfín y Mariola Fuentes, que se formaron conmigo en esa época y a partir de ahí, creé mi propia compañía de danza y comenzó a funcionar bastante fuerte a partir del año 2000. Hemos llevado nuestros espectáculos por varios lugares del mundo y estamos contentos a pesar de la situación. Lo más importante es seguir soñando, es lo que vale la pena.
Detenerte para hacer balance a nivel creativo es como mirarte al espejo. La verdad es que se han cumplido muchísimos objetivos, incluso algunos que ni siquiera estaban en la ruta. Por ejemplo, cuando comencé a trabajar en la danza butoh, que lo hice en Madrid, acabé haciéndolo también en el Spiral Hall de Tokio y en otros lugares del mundo. Fue un logro como casi espiritual. Fue muy bonito y esperemos que haya mucho más mundo que recorrer.

Con qué nos vas a sorprender en un futuro (próximos proyectos)
Estoy preparando un ballet pop que estamos desarrollando en nuestra residencia de creación en la Compañía Nacional de Danza. La música es de Nacho Canut, de Fangoria y de Zeta, que es un productor y grafitero español con muchísimo renombre. Estamos en pleno laboratorio con ello. Quizá para finales de año. ¡Qué interesante! -lo interrumpo-; sí –contesta Dani-, pero es lo contrario que quiere mi manager, que desea cosas que se puedan vender.
Aun así, se venderá, porque el talento siempre se compra.

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